El cortejo llegó hasta la iglesia, donde se repartió pox (bebida a base de maíz). Luego se extendieron más de cien velas blancas, que debían consumirse
Tenejapa, México. - Cientos de músicos tradicionales de las etnias mayas tzotzil y tzeltal se dieron cita este sábado en el municipio de Tenejapa, estado de Chiapas, para participar en una ceremonia ancestral destinada a limpiar y fortalecer el espíritu de cada uno de ellos, en la celebración de Santa Cecilia, patrona de los músicos.
"La música no solo acompaña las celebraciones rituales en los pueblos tzeltales y tzotziles, choles, tojolabales, mames y zoques: es el elemento que armoniza y da sentido a todas las actividades político-religiosas", afirmó Marcos Jirón Hernández, investigador independiente y originario tzeltal, especialista en la cultura de los pueblos mayas.
Girón explicó que, a diferencia del uso festivo común en otras sociedades, en las comunidades mayas de Chiapas "la música posee otra connotación", pues ordena y equilibra los momentos centrales de la vida ceremonial, en rituales como los dedicados al agua, a los cerros o a los lagos sagrados.
Esta idea fue reforzada por Edwin Sebastián Gómez Jiménez, organizador del encuentro de músicos: “Es el alma, es el corazón de toda la fiesta. Sin música no hay fiesta, sin música no hay rezo; la música es quien se conecta con las deidades que nos protegen”.
Gómez Jiménez agregó que los músicos “somos complemento del rezador, quien busca armonía al conectarnos con el universo y con la Madre Tierra”.
Según los nativos tzeltales, los músicos marcan el inicio y el cierre de los actos simbólicos. También destacan la importancia de la participación de las mujeres dentro del ritual, pues son ellas quienes indican a los músicos cuándo tocar y cuándo han concluido las actividades.
Cada ritual exige músicas distintas: las ceremonias de San Diego, San Alonso o la Virgen de Benavil (Virgen del Agua) cuentan con interpretaciones propias que responden a la naturaleza de cada espacio sagrado.
“La música se adapta, pero la connotación es totalmente diferente. Se está escenificando la armonía entre los elementos del universo: las estrellas, el sol, la luna y la vida misma”, señaló el investigador Girón.
Durante la ceremonia, mujeres tzeltales cargaron un nicho lleno de flores con la imagen de Santa Cecilia, tallada en madera y que porta un arpa fina -símbolo distintivo de los músicos tradicionales de la región-, que fueron guiadas por un grupo de sahumadoras y de músicos.
El cortejo llegó hasta la iglesia, donde se repartió pox (bebida a base de maíz). Luego se extendieron más de cien velas blancas, que debían consumirse.
Posteriormente, se repartió Pox entre Tatik ts’unoejel (sembradores de vida y armonía ), Me’tzunulel (mujeres cuidadoras de la vida) y los invitados; para luego tomar el Banquilal (hierba que protege) antes de pronunciar el rezo, que se prolongó por varias horas, acompañado en todo momento por la música tradicional.
A lo largo de este 22 de noviembre, músicos de diferentes etnias continuaron llegando a la iglesia.
Los investigadores destacaron que esta práctica está estrechamente vinculada al conocimiento profundo de los pueblos tzeltales de Chiapas, especialmente en estas fechas, cuando concluye un ciclo y comienza otro.
Finalmente, los músicos recordaron que, con la última luna llena de diciembre, se realiza el cambio de bastón de mando en las comunidades, acompañado de nuevos rituales en los que la música vuelve a ser indispensable para restablecer la armonía comunitaria.
Los músicos presentes subrayaron que estas ceremonias no deben reducirse a la categoría de “usos y costumbres”. “Hay una filosofía detrás, una manera de entender la relación entre el ser humano, el universo y las raíces de cada pueblo de Chiapas”, expresó Sebastián Santiz, músico tradicional.