Con una mezcla de nervios, táctica y consistencia, el piloto británico de McLaren logró coronarse este domingo como campeón mundial de la F1, su primer título en la categoría tras cerrar el año con un tercer lugar en el Gran Premio de Abu Dabi.
Aunque el triunfo de la carrera fue para Max Verstappen, quien buscaba extender su dominio a cinco títulos consecutivos, su victoria no fue suficiente. Norris cruzó la meta en la tercera posición, justo lo necesario para sumar los puntos que lo llevaron a vencer a Verstappen por un margen mínimo: 423 puntos contra 421. Su coequipero en McLaren, Oscar Piastri, finalizó segundo en la carrera, pero quedó tercero en la tabla general.
Este título marca no sólo la gloria personal de Norris, sino también el regreso de McLaren al primer plano tras años de espera: es la primera corona de pilotos para la escudería desde 2008. Además, la victoria inaugural en Abu Dabi coronó una temporada en la que el equipo aseguró también el campeonato de constructores.
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Con solo 26 años, Norris construyó este triunfo tras una mezcla de talento temprano, inició en karts y constancia en la Fórmula 1. La temporada no fue fácil: vivió altibajos, momentos en los que su liderazgo estuvo en duda; sin embargo, logró una remontada decisiva en las últimas carreras y resistió la presión hasta poner su nombre en lo más alto.
Tras asegurarlo, el británico dedicó el logro a su equipo, su familia y a quienes confiaron en su talento desde siempre, admitiendo que este título es “una recompensa a la paciencia, el esfuerzo y la perseverancia”.
Cambia la correlación de fuerzas: el reinado de que parecía imbatible de Verstappen llega a su fin.
Marca el renacimiento de un gigante histórico: McLaren vuelve a dominar gracias a una combinación de estrategia, coche competitivo y talento joven.
Deja a Norris no como una promesa, sino como campeón: una nueva estrella que podría redefinir los próximos años de la Fórmula 1.
Fuente: La Jornada